El Salón de la Fama del Baloncesto es uno de los mayores honores para cualquier jugador de la NBA. Durante la ceremonia, los homenajeados son presentados por un miembro actual del Salón de la Fama, quien suele ser un excompañero, entrenador o figura clave en su trayectoria. En 2010, cuando Scottie Pippen fue incluido en este prestigioso grupo, su elección para presentarlo fue Michael Jordan, aunque no era su primera opción.

Pippen, como muchos jugadores de la década de 1980, creció ido latrando a Julius “Dr. J” Erving, una de las primeras superestrellas globales de la NBA. Según su autobiografía Unguarded, Pippen consideró invitar a Erving como su presentador debido a la admiración que le tenía desde la infancia.
“Pensé en preguntarle al ‘Dr. J’ porque era el jugador que más admiraba cuando era niño,” escribió Pippen. Sin embargo, había un problema: “Apenas lo conocía.”
Aunque se habían encontrado en algunos eventos de la NBA, su relación no era lo suficientemente cercana como para justificar la elección. Por lo tanto, Scottie decidió ir con la opción más lógica: Michael Jordan.
Pippen y Jordan compartieron 12 temporadas con los Chicago Bulls, formando una de las duplas más icónicas en la historia del baloncesto. Aunque su relación personal no siempre fue la mejor, su conexión en la cancha fue innegable.
“Realmente no había otra opción,” admitió Pippen. “¿Qué importa si Michael y yo no éramos amigos cercanos? Siempre estaremos vinculados, y somos la mejor dupla en la historia de la NBA. Él ayudó a hacer realidad mi sueño, al igual que yo ayudé a hacer realidad el suyo. Aceptó de inmediato, y estoy profundamente agradecido.”
Durante su discurso en el Salón de la Fama, Pippen expresó su gratitud hacia Jordan de manera emotiva:
“MJ, has tocado la vida de muchas personas, pero nadie como yo. Gracias por ser el mejor compañero de equipo. Siempre atesoraré esa experiencia y nuestra relación por el resto de mi vida.”
Antes de la llegada de Pippen, Jordan no había ganado ni una sola serie de playoffs. Pero juntos, lideraron a los Bulls hacia seis campeonatos de la NBA entre 1991 y 1998, marcando una era dorada en la historia de la liga. Pippen, conocido por su versatilidad y habilidades defensivas, complementó perfectamente el estilo ofensivo de Jordan.
En el Salón de la Fama, Pippen no solo honró su relación profesional con Jordan, sino también el impacto que tuvieron el uno en el otro. Aunque sus caminos personales y profesionales han tenido altibajos, no hay duda de que su asociación transformó a los Chicago Bulls en una de las franquicias más exitosas de todos los tiempos.
Desde la inclusión de Pippen en el Salón de la Fama en 2010, la relación entre ambos ha pasado por momentos tensos. En el documental The Last Dance (2020), Jordan calificó a Pippen como “egoísta”, algo que Scottie no tomó a la ligera. Pippen criticó la representación que se hizo de él en el documental y posteriormente llamó a Jordan “un mal compañero de equipo.”
Charles Oakley, excompañero de ambos, comentó que es improbable que Jordan y Pippen vuelvan a ser amigos. Sin embargo, como Pippen señaló en su discurso, su vínculo como compañeros de equipo y su legado conjunto son imposibles de borrar.
A pesar de las diferencias personales, la dupla Jordan-Pippen sigue siendo un símbolo de excelencia en la NBA. Su capacidad para complementarse y llevar a los Bulls al éxito los coloca como una de las mejores parejas en la historia del deporte.
El reconocimiento en el Salón de la Fama no solo celebró la carrera individual de Scottie Pippen, sino también su papel como la pieza clave que ayudó a Michael Jordan a construir su legado. Como dijo Pippen: “Nosotros ayudamos a hacer realidad los sueños del otro.”
En el debate eterno sobre el mejor equipo y la mejor dupla en la historia de la NBA, los nombres de Jordan y Pippen siempre estarán presentes. Su legado compartido es un testimonio de cómo el trabajo en equipo y la grandeza individual pueden converger para crear una dinastía que sigue inspirando a generaciones.